El hidrógeno con bajas emisiones de carbono está emergiendo como un componente esencial para abordar los desafíos de la transición energética. Este recurso tiene el potencial de descarbonizar sectores clave, como la industria química, la siderurgia y el transporte pesado, todos caracterizados por ser difíciles de transformar debido a la falta de alternativas viables. Sin embargo, alcanzar este potencial requiere superar barreras económicas y técnicas mediante innovación, ingeniería avanzada y ejecución estratégica.
¿Por qué es crucial el hidrógeno de bajas emisiones?
El hidrógeno de bajas emisiones ofrece una solución prometedora para reducir la huella de carbono en sectores industriales que tradicionalmente dependen de procesos intensivos en emisiones. Estos sectores, conocidos como hard-to-abate, representan una proporción significativa de las emisiones globales de gases de efecto invernadero. Incorporar este recurso como alternativa energética podría impulsar un cambio significativo hacia una economía baja en carbono.
Los principales sectores hard-to-abate son de fabricación de cemento y acero, responsables del 8% de las emisiones globales de CO2.
Un informe de la Agencia Internacional de la Energía (AIE) indica que la producción de hidrógeno de bajas emisiones tiene el potencial de crecer enormemente para 2030. Sin embargo, los elevados costos de producción han frenado su adopción masiva, subrayando la necesidad de implementar proyectos pioneros que permitan acumular aprendizajes y sentar las bases para una expansión a gran escala.
Y para poder fomentar el crecimiento de esta industria más de 50 países han desarrollado estrategias nacionales enfocadas en el hidrógeno, las cuales han sido respaldadas por más de 300 mil millones de dólares en incentivos, buscando establecer metas claras de producción y reducir costos mediante políticas de apoyo.
A finales de 2023, se habían anunciado más de 1,000 proyectos globales, con un potencial de producción anual de 38 millones de toneladas métricas para 2030. Sin embargo, solo el 4% de estos proyectos ha alcanzado la etapa de decisión final de inversión (FID), evidenciando la necesidad de superar obstáculos económicos y técnicos.
Los desafíos económicos y tecnológicos
A pesar de los avances, menos del 1% del hidrógeno producido actualmente puede clasificarse como de bajas emisiones, ya que la mayoría se obtiene a partir de fuentes fósiles. Este escenario refleja un desarrollo desigual impulsado por factores como:
- Inflación y costos elevados: La producción de hidrógeno enfrenta costos crecientes debido a la inflación y problemas en la cadena de suministro. En algunos casos, las estimaciones iniciales han aumentado hasta un 50%.
- Demanda limitada y acuerdos escasos: Actualmente, pocos proyectos cuentan con acuerdos vinculantes de compraventa, lo que limita el crecimiento del mercado.
- Falta de infraestructura: La conectividad entre centros de oferta y demanda sigue siendo insuficiente, lo que impide la consolidación de una cadena de valor eficiente.
¿Cómo podemos superar estos obstáculos?
La industria del hidrógeno está adoptando enfoques innovadores para abordar sus desafíos, entre ellos:
- Certificación y sostenibilidad: Iniciativas como el sistema CertHiLAC en América Latina garantizan la trazabilidad y sostenibilidad en la producción de hidrógeno, fomentando prácticas responsables.
- Proyectos de demostración: Empresas tecnológicas están implementando proyectos piloto para comprender mejor los desafíos técnico-económicos y desarrollar soluciones efectivas.
- Avances en infraestructura: La construcción de sistemas de transporte, almacenamiento y distribución es crucial para conectar la oferta con la demanda y facilitar el uso masivo del hidrógeno.
El camino hacia la adopción masiva del hidrógeno de bajas emisiones requiere un enfoque integral que abarque políticas públicas, innovación tecnológica y colaboración entre sectores. Según la AIE, si se implementan todos los proyectos anunciados, la producción anual de hidrógeno de bajas emisiones podría alcanzar entre 38 y 49 millones de toneladas métricas para 2030.
Este volumen representaría un avance significativo hacia la transición energética. Sin embargo, para materializar esta visión, será necesario cerrar la brecha entre la oferta y la demanda, superando las limitaciones actuales mediante esfuerzos coordinados.
De esta manera, el hidrógeno de bajas emisiones se posicionaría como un recurso estratégico para alcanzar los objetivos globales de descarbonización. Si bien los desafíos son significativos, también lo son las oportunidades de transformación que ofrece. Con la combinación adecuada de políticas, innovación y colaboración, el hidrógeno podría desempeñar un papel central en la transición hacia un futuro más sostenible y limpio.